domingo, 27 de febrero de 2011

Lo que sabemos del Puente Mocho

La primera sensación que ofrece el Puente Mocho es la de ser una obra extraña. Por un lado, el cauce principal del río Guadalimar es atravesado por cuatro arcos de de medio punto, dos de mayor tamaño y dos de menor, a modo de aliviaderos para reducir la superficie que el muro opone a la corriente. Para realizar la cimentación se han aprovechado los estratos de roca que afloran y el paramento externo es de sillería relleno de mortero; los arcos de medio punto se realizan con sillares; la plataforma tiene una doble pendiente, denominada “lomo de asno”, y una anchura de cuatro metros y medio. Por otro lado, el cauce secundario del río es salvado por un segundo tramo del puente con algunas diferencias en cuanto a las soluciones constructivas respecto al primero, como que los dos arcos de medio punto que lo componen están cimentados sobre una primera hilada de sillares tumbados. Estos tramos no están situados en línea, sino que son unidos por una pasarela que se adapta al terreno por una plataforma (sobre la que aguas arriba se sitúa un molino moderno en ruinas), que separa el cauce principal del secundario. Por lo tanto el puente se transforma en este segmento en una mera pasarela elevada sobre el terreno que une, haciendo una inflexión, ambos tramos.


No es por tanto el clásico puente que salva un cauce en línea recta , sino que parece estar compuesto de dos tramos diferentes. A este aspecto heterogéneo posiblemente deba el epíteto de "mocho" en su acepción de "que carece de punta o de la debida terminación" referida a un elemento arquitectónico. Esta característica ¿fue una solución para adaptar el puente a las singularidades del terreno? ¿o es resultado de sucesivas reformas o reconstrucciones? El caso es que no se aprecian diferencias significativas en la técnica constructiva de los tramos, aunque sí puede hablarse de soluciones constructivas distintas para solventar problemas diferentes. El lugar elegido para salvar el río es uno de los más anchos por donde vadear el cauce y la peculiaridad física del terreno (dos cauces, afloramientos rocosos, islote no inundable) hace que se adopten soluciones concretas a cada problema; esto provoca la sensación de heterogeneidad y que parezca que nos encontramos ante dos puentes distintos. En cualquier caso sólo un estudio más detallado de estratigrafía muraria puede aclarar estas cuestiones.

Sobre su datación histórica existen diversas hipótesis, aunque la más probable es que sea de época romana (siglo II) y que posteriormente fuera remodelado en el medievo. Su origen pudo estar relacionado con la Vía Castulo-Saetabil y su conexión con el antiguo Camino de Aníbal, aunque para datarlo con precisión sería necesario un estudio arquelógico detallado. 

La zona en la que se encuentra el puente ha tenido una gran importancia tanto en la Prehistoria como en las distintas épocas históricas. En las terrazas que bordean el Guadalimar se encontraron yacimientos del Paleolítico Inferior y en las inmediaciones hay vestigios de la Edad de Bronce. Siguiendo el camino que sale del puente hacia Beas de Segura se encuentra un tramo de calzada romana bien conservado, y los restos de un molino cubo y otros posiblemente árabes situados en las margenes del río.

Como se puede ver aún existen importantes lagunas sobre el tema, de modo que agradecemos cualquier aportación que sirva para completar y mejorar la información de la que disponemos.

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